En
los días precursores de la Nochebuena de Pascua ciudades y pueblos se preparaban
para esta celebración única e idéntica en su esencia, con lo cual se conmemora
la navidad o natividad de cristo.
En
ese entonces, se alegraban las calles con adornos luminosos y multicolores. En
las vitrinas de los comercios lucían arbolitos, nacimientos, flores, juguetes,
trajes deslumbrantes, joyas y adornos. Un constante ir y venir de gente en
busca de regalos o aguinaldos que brindaría su alegría o sorpresa a quien se le
destinase. En el aire ecos de cantos, villancicos, aguinaldos y gaitas. En los
hogares, especiales adornos navideños. En algunos también nacimientos. Alegría
y prisa en los quehaceres y en los reparativos para el menú de Nochebuena, en
el que la hallaca era la reina, verdadero monumento culinario de aroma y sabor
inigualables.
Aunque
el tradicional nacimiento o pesebre conserva su prestigio y todo su acento, ya
no ocurre como antaño cuando desde fines de noviembre o comienzo de diciembre
empezaban en los hogares la actividad para montar el pesebre casero, orgullo de
todos, el cual ocupaba un gran espacio en el sitio de honor de la casa: salón,
corredor o comedor principal. Durante muchos días, alrededor de él se veía al
grupo familiar en donde la abuela y los niños eran figuras principales. Dedicábamos
a completar los detalles de esta obra llena de encanto, de ingenuidades,
anacronismos históricos y duda de perspectiva. Se requería tiempo y paciencia
para armarla a base de tablas y fabricar sobre ellas, con trozos de coletas
pintadas con tonalidades verde o color de almagre, las colinas, los cerros, los
valles y la arboleda. Tender el cielo, en que en una tela azul oscuro lucían
las estrellas. Con trocitos de espejos formaban lagos que se llenaban de
cisnes, deliciosamente desproporcionados. Ríos de estaño o papel plateado,
árboles de todo tipo, verdes sembrados de maíz y alpiste recién germinados, de
arvejas de tierno retoño, cultivadas en papel de periódico húmedo; pajas y
musgos teñidos de verde.
Multitud
de casitas en miniaturas, cuyos habitantes se encaminaban a reverenciar al
tierno infante. El castillo de Herodes, los ángeles y las estrellas de Belén.
Numerosos eran los pastorcillos, ganados y animales domésticos en el más
pintoresco de los conjuntos. Presidiendo el nacimiento, San José y la virgen,
mientras los tres reyes magos: Gaspar, el rey blanco, de la canosa cabellera,
Melchor, el rubio y Baltasar, el de la piel de ébano, hacen sus ofrendas de
incienso, oro y mirra ante el niño que sonríe con su mensaje de paz y amor.
Laboriosa tarea, toda dedicación y fe era realizar esos nacimientos.
Las
abuelas modernas, en su mayoría, carecen del tiempo que parecía sobrar a las de
antes, y es diferente su vida. Sería como revivir una antigua pintura verlas
armando un nacimiento como aquellos. Afortunadamente, en el comercio se
obtienen en diversos tamaños, con sus principales personajes elaborados en madera,
loza, cerámica y otros materiales, así como las figuras que van desde las de
anime y barro cocido, hasta las de materiales plásticos, que también
proporcionan infinidad de detalles complementarios.
Las misas de
aguinaldo
Si
desde el comienzo de diciembre se iban preparando los nacimientos, después, ya ha
mediado de mes, en las frías y oscuras madrugadas, se iniciaban las misas de
aguinaldo, a las cuales asistían niños y adultos. En ellas, alegres voces
cantaban los aguinaldos o villancicos que acompañaban el armonio y las maracas.
Después, a la salida del templo, en sus cercanías, se detenían los fieles ante
los puestos de café negro, aromático y humeante, y las arepitas con su sabor de
anís y papelón, color de bronce y forma de globito aerostático, deleite del
paladar de chicos y grandes. Luego formando grupos diversos, los madrugadores
emprenderían breves excursiones hacia cualquier sitio de la ciudad más cercano
al templo, donde asistieron a estas misas de aguinaldo, que se llaman así por
los cantos, por los aguinaldos, o cantos juveniles ante el nacimiento. Además,
todo en diciembre es aguinaldo; la palabra parece estar unida al último mes del
año. Aguinaldo son los emolumentos extraordinarios que perciben quienes
trabajan en oficinas públicas o privadas. Aguinaldos, los presente o regalos
que familiares, amistades o relacionados se intercambian en estos días. En
torno a ello surge la grata preocupación o el afán de que el obsequio satisfaga
tanto el gusto de quien lo da, como de quien lo recibe. Aguinaldos son los que
organizaciones de asistencia social ofrecen a los olvidados de la fortuna.
Entre
las antiguas costumbres que estaba la de estrenar en la Nochebuena; era la
preocupación de esos días. Se estrenaba de –de pie a cabeza- para asistir a
Misa de media noche; porque era un homenaje al Niño Jesús la ofrenda del placer
de vestir nuevas galas, que al visitarle se le hacía.
Se
estrenaba para asistir a una cena de etiqueta, a las fiestas de los centros nocturnos
de diversión, y para la cena hogareña en la cual se congregaban la familia y
los invitados. Y no sólo se habla de estreno en lo que corresponde al atuendo;
también se extiende la idea y la costumbre a los hogares que lucían una nueva
pintura, empapelados, adornos, cortinas, lámparas, muebles o arreglos. Y es que
el regocijo de los días pascuales todo lo abarcaba. Época la más hermosa del
año, en ella se propiciaban ensueños, confraternidad, y un dulce sentimiento de
ternura y generosidad que invadía el espíritu, que también hacía evocar la
gloriosa estrella que allá en Belén señalaba el camino a los tres reyes magos,
estuviera iluminándolo y como hechizándolo todo. Era el clima del ambiente de
la Navidad, presente inigualable que brindaba una tregua de paz y alegría en el
diario acontecer.
Parece
un remoto cuento, pero nuestra noble Caracas era así…
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