El secreto del éxito económico de USA está en el vigor y regularidad de una demanda natural y organizada, la cual creó, y mantiene, a una amplia sociedad de clase media, que es, a su vez, quien crea buena parte de la demanda de la que vivimos medio mundo.
Como
podrá ver en estos casos reales, lo que se produce en los casos negativos es
una alteración de los factores de la Fórmula por manipulación o inexistencia de
demanda; y en los positivos la aplicación precisa de aquélla.
En
África si no existe demanda ordenada y natural no pueden crear empleo, para que
a su vez genere nueva demanda y más empleo.
En
la antigua URSS, como antes expresé, el estado era el que dirigía y manipulaba
la demanda por medio del control de la industria, la cual producía sólo lo que
el gobierno indicaba, no lo que los ciudadanos deseaban. Como consecuencia
lógica, ninguno de los factores de la Fórmula funcionaba. En definitiva, fueron
incapaces de poner la Economía en marcha.
USA, y ahora también
China, tienen la mayor clase
media del mundo porque crean una demanda libre,
pero ordenada y natural. Es decir, ambos países aplican la Fórmula con
precisión, aunque de vez en cuando también cometen errores que nos terminan
afectando a todos.
Preguntas más frecuentes sobre temas económicos
Aquí se recoge las cuestiones más habituales que, a estos respectos que han sido
planteadas en los últimos años.
A
finales del siglo pasado convivían en el sector financiero dos tipos básicos de
instituciones: los bancos tradicionales y los de inversión. Unos y otros son al
dinero lo que el cauce del río es a las aguas. Si haces obras en el cauce, como
no estén bien diseñadas, puedes provocar que el río se seque o que, por el
contrario, se desborde. En el caso de esta crisis, malas decisiones, provocaron
un desbordamiento inicial de dinero que condujo a una posterior sequía del
mismo. Con ello se secó el crédito, y con este la demanda.
¿Por qué pasó? Los bancos tradicionales
tenían por función ser depositario del dinero de los ciudadanos, y, con un
margen en intereses, prestárselo a quien le hiciera falta con las debidas
garantías, pues era dinero ajeno el que prestaban. Los bancos centrales de cada
país, supuestamente, controlaban que estos bancos no hiciesen disparates que
pusiese en riesgo el dinero de sus depositantes.
Por
otro lado, las entidades de inversión buscaban capital ajeno y lo invertían en
operaciones de riesgos, con el fin de intentar aumentar beneficios para sus
clientes, y para sí mismos, si dichas operaciones salían bien. Eran, junto con
los fondos de pensiones, los grandes inversores en las bolsas de todo el
mundo.
Pues
bien, el presidente Clinton, a final de los años noventa del siglo XX, levantó
las restricciones que los bancos tradicionales tenían para invertir en bolsa,
al tiempo que permitía a las entidades financieras actuar también como bancos
tradicionales. Muchos otros países imitaron esta decisión estadounidense.
La
resultante fue la aparición masiva de dinero en las bolsas de todo el mundo,
impulsando con ello una demanda ficticia. Ahí se inició el problema cuyas
consecuencias veríamos años más tardes.
A
principio de este siglo bancos y entidades financieras comenzaron a conceder
enormes paquetes de préstamos fundamentalmente para vivienda, pero también para
la compra de otros bienes. Daban más créditos del que los ciudadanos y empresas
necesitaban para su demanda habitual, y con dichos créditos los animaban a
gastar por encima de las posibilidades reales de devolución.
El
sector financiero estaba encantado pues ganaba, sobre el papel, mucho dinero.
Con esos teóricos beneficios se repartían grandes premios económicos entre sus
gestores. Como más adelante podrá ver, dichos opulentos beneficios acabaron en
grandes pérdidas, que terminamos pagando todos.
Las
entidades prestamistas ya habían concedido préstamos a gente con capacidad para
devolverlo, así que comenzaron a rebajar las exigencias y empezaron a dar
créditos a personas menos solventes.
El
ciudadano que recibe dicho crédito supone que los expertos saben lo que hacen,
y piensa: si los bancos están dispuestos a darme dinero será porque puedo permitírmelo. Así que compra otra casa
mayor o un nuevo automóvil que no necesitaba, ni que en realidad podía pagar.
Bancos
y entidades financieras sabían que ésas eran hipotecas y operaciones
crediticias de riesgo. Así que, para controlar este riesgo, realizan seguros de
impagos con aseguradoras (fundamentalmente con la compañía AIG). Si hay un
impago de hipoteca o crédito, aquéllas se tienen que hacer cargo del pago. Con
ello los bancos quitan sus riesgos de los libros contables, y pueden pedir
nuevos créditos para seguir operando, y así se fueron endeudando brutalmente.
Las aseguradoras asumieron ese riesgo a escala global, convencidas de que el
mercado de la vivienda siempre estaría en alza.
Pero
pasó lo lógico. Al haber inflamado con tanto crédito la demanda, la vivienda
termina bajando de precio porque hay sobre oferta pues se han construido
demasiadas; más de las que la gente necesita. Los títulos hipotecarios se
hunden y las aseguradoras tienen que pagar los impagos. Todos, en todo el mundo
y al mismo tiempo. No pueden pagar. Así que los bancos sufren pérdidas masivas
el mismo día, pues los impagos recaen finalmente sobre ellos, y esto los hunde
y con ellos al sistema financiero.
Estas
fueron las razones de la crisis financiera que comenzó en el 2008, y de la cual
aún hoy pagamos consecuencias en muchos países.
Como
verá fue una vulneración fragrante de la fórmula arriba desarrollada, al introducir una demanda ficticia, y por tanto
no natural. Crearon una burbuja que estuvo a punto de hundir la economía mundial.
Las
entidades financieras, con el respaldo de los gobiernos, fueron quienes crearon
este inmenso problema, pues es necesario saber que el crédito tiene la capacidad
de construir una economía moderna, pero su falta tiene el poder de destruirla
veloz y totalmente; lo que ocurre inevitablemente cuando la ciudadanía no puede
acceder a préstamos para comprar una casa, iniciar un negocio, llenar los
estantes de las tiendas, o comprar un automóvil. En suma, sin crédito
desaparece la demanda y ella arrastra al resto de factores de la Fórmula:
producción, comercio y trabajo.
Los
bancos quedaron en pésima situación de solvencia, enormemente endeudados, y
desertaron de cumplir su función social, que es ser el cauce al flujo del
dinero, y detuvieron la circulación del mismo y del crédito, mientras se
relamían sus heridas.
Colocaron
al mundo al borde del colapso, pues todo ello sucede muy rápido. Mucha gente
advirtiéndolo comienza a preguntarse con pánico: ¿mi dinero estará a salvo en
el banco? Y empieza a retirar efectivo. Luego colas en los bancos, cierres de
estos y en dos semanas no hay alimentos en las tiendas.
Se
resolvió muy lentamente, a base de enormes inyecciones de dinero proveniente de
los impuestos de los ciudadanos a los bancos por todo el mundo. Pero no olvidemos
que esta crisis se puede volver a repetir si los gobiernos y bancos centrales
no controlan adecuadamente a las entidades financieras.
En
definitiva, como podrá ver, el corazón de esta crisis estuvo en una profunda
manipulación de la demanda, que dejó de ser natural.
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