¿Es negativo el consumismo?
Mario Soares y Olof Palme |
En
dicha conversación Soares le dijo a Palme: en dos años habré terminado con
todos los ricos de Portugal. A lo que el sueco respondió: Yo no quiero terminar
con los ricos, me propongo terminar con los pobres.
Efectivamente,
Palme tenía razón. Lo malo no es que existan ricos, sino que existan pobres.
Que muchas personas gasten grandes sumas de dinero en consumos excéntricos no
es nada negativo, si se lo pueden permitir.
¿Para qué necesita alguien un Ferrari, cien pares de zapatos, o un
avión particular?
La respuesta inmediata es que no son ninguna necesidad vital y que por tanto para nada, como no sea el propio placer individual que le produzca la presunción. Pero estos ricos al comprar esos bienes han pagado impuestos y han creado empleo, pues han generado demanda por valor de mucho dinero, que a su vez se convierte en trabajo.
La respuesta inmediata es que no son ninguna necesidad vital y que por tanto para nada, como no sea el propio placer individual que le produzca la presunción. Pero estos ricos al comprar esos bienes han pagado impuestos y han creado empleo, pues han generado demanda por valor de mucho dinero, que a su vez se convierte en trabajo.
En
el extremo opuesto –y socialmente muy bien visto a diferencia del ejemplo
anterior- está ese ciudadano que tiene solo dos vestidos: uno puesto y el otro
lavándose, y presume de no necesitar más. El estoicismo está muy bien
intelectualmente, pero lamentablemente no aporta nada a la sociedad, y no ayuda
a crear trabajo para los demás.
Pero
dicho esto hay que aclarar lo siguiente: El consumo es negativo –y en este caso
si cabe emplear el término peyorativo de “consumismo”- cuando esas compras
están financiadas con créditos que no se pueden devolver, o con plazos de
vencimiento superiores a la vida media del bien financiado. A estos
comportamientos sí podríamos aplicarle con justicia la interpretación
peyorativa del término. Pues cuando ello sucede –como seria, por ejemplo,
financiar la compra de un automóvil en 20 años, lo cual significaría mucho más
allá de su vida útil- lo único que hacemos es crear sobredemanda hoy, y con
ello inflación, cambiándola por escasez de demanda mañana por haber saturado el
mercado, y entonces estaremos preparando una crisis de empleo para el futuro.
Esta
apreciación, muy generalizada, nace como inercias por el tipo de economía
existente durante toda la historia del hombre, hasta hace relativamente poco
tiempo.
Dicha
economía estaba basada, básicamente, en la explotación de la minería y tierras,
con el oro como patrón monetario; todos ellos bienes escasos. Por tanto, era
evidente que si unos poseían mucho los demás tenían poco.
Pero
la revolución industrial primero, y hace menos de un siglo la desaparición del oro como patrón para emitir moneda,
acabaron con el sistema
económico de la Escasez, y emergió el actual que es el de la Abundancia.
En la economía moderna,
como antes comenté,
no hay límites a la creación
de riqueza, sólo los que la imaginación y el esfuerzo de las gentes estén
dispuestos a realizar dentro de un sistema ordenado, de acuerdo a lo previsto
en la Fórmula arriba expresada.
La
economía actual ha cambiado en profundidad aquellos principios obsoletos de la
escasez, de donde nacía lo de “si uno tiene mucho el otro tiene poco”, aunque
aún múltiples políticos siguen explotando con buenos rendimientos este
argumento panfletario, como arma demagógica y populista, con el fin de
conseguir poder.
En
la actualidad el dinero que se pone en circulación en un país está relacionado con el PIB de dicho país –como expliqué-, por lo que no tiene
más límite que la capacidad de crear riqueza de sus ciudadanos. Así que
mientras más bienes que los mercados deseen comprar sean producidos, más subirá
el PIB, y con ello el dinero circulante y los ingresos de los ciudadanos.
¿Por qué Venezuela, a pesar de todo el petróleo que posee, esta tan
mal económicamente?
Efectivamente, este hermoso país vive un drama inmenso,
donde la miseria se ha apoderado de la vida diaria
de sus ciudadanos.
Voy a realizar un rápido recorrido
por su historia reciente para que se pueda entender dónde está el origen de
estos graves problemas.
Durante
decenios, en el siglo pasado, Venezuela tuvo un sistema bipartidista,
teóricamente democrático, donde la corrupción fue la nota más destacada.
Lusinchi, Caldera, Pérez y otros arruinaron el país y eso provocó convulsiones
sociales. De estas convulsiones emergió el teniente coronel Hugo Chávez –de formación
cuartelera- y ganó las elecciones prometiendo sanear la situación y acabar con
ella.
Pero
no lo supo hacer, como tampoco su
sucesor Maduro. Estos gobernaron desde la ignorancia, igual que los anteriores
habían gobernado desde la corrupción. Desde dicha ignorancia nacionalizaron las
empresas de mayor importancia, pero, sencillamente, no tienen ni idea de cómo gestionarlas con un mínimo de eficacia.
Resultando de ello más miseria aún que en la época de los dirigentes corruptos.
Por tanto, mayor sufrimiento para los ciudadanos venezolanos, pues con frases
panfletarias e incendiarios discursos –como
hace el gobierno actual - culpando a todos los demás de sus males no se arregla
absolutamente nada.
Desde
el punto de vista económico, hay que precisar que Venezuela tiene una de las
mayores reservas petrolíferas del mundo -y otros importantes recursos
naturales-, los cuales gestionados con honradez y eficacia deberían ser capaces
de hacer salir de la situación en que se encuentran sus ciudadanos.
Para
ello han de encontrar dirigentes competentes que apliquen con honestidad y
rigurosidad la fórmula arriba indicada, comenzando por restablecer la paz
social.
Si eso lo consiguen
tendrán un gran futuro.
Estando
navegando por el Mediterráneo vimos un grupo de delfines nadando armoniosamente
cerca de nuestro barco. Es una visión hermosa. Nos acompañaba un biólogo marino
el cual nos explicó que eran delfines calderones, y que poseían unas
características curiosas. Una de ellas era que siempre seguían a un líder y que
cuando este enfermaba, o perdía la capacidad de orientación, terminaba nadando
hacia las playas donde varaba, e inexorablemente moría. Lo curioso
es que los demás le seguían hasta el final y
morían varados en las playas con el líder.
Lo
de Cataluña me recuerda a esto. Unos dirigentes políticos la están llevando a varar, y parte de la ciudadanía los sigue,
igual que sus congéneres al delfín líder desorientado.
Cataluña
está estructurada políticamente dentro de España, poseyendo una fuerte clase
media con un nivel de vida más que razonable. A pesar de ello, parte de los
líderes políticos la quieren arrastrar a la creación de un estado propio, y una
parte de ciudadanos los sigue.
Si
dicha segregación se llevara a cabo estarían creando un país nuevo e
independiente, y de acuerdo con las leyes imperantes, dicho país no estaría
dentro de la Unión Europea, y obviamente saldría del euro como moneda. Tendrían
que crear una propia, la cual no poseería ningún valor fuera de Cataluña. Esto
es irrefutable, por más que ignorantes exaltados ondeando banderas lo quieran
negar.
Pero
siguiendo con la hipótesis segregacionista es fácil prever que, cuando se
acercara la fecha de dicha secesión, en los bancos allí situados no quedaría ni
un solo euro o dólar, pues casi todo el mundo los retiraría al adivinar con
razón que después, el nuevo gobierno, se los convertirían por decreto ley en la
moneda catalana, la cual, fuera de allí, no valdría más que el dinero del
Monopoly.
Tal como pasa en Venezuela, obviamente
los ciudadanos recibirían sus sueldos en esa moneda, pero tendrían que pagar
las importaciones de todo tipo de bienes en dólares o euros que tendrían que
comprar a precios prohibitivos, y ello se traduciría en fuertes alza de los
costos de todas las materias importadas, e, inevitablemente, en encarecimiento
galopante de los bienes normales de consumo, haciendo caer en picado con ello
el poder de compra del ciudadano del nuevo país.
LA MALA POLÍTICA ECONÓMICA. Este es el ejemplo de Venezuela:
Esto no son opiniones. No es más que la aplicación precisa de principios básicos de la economía, combinada con el derecho internacional. Dichas consecuencias son inevitables, y una vez más echamos de menos la formación de los ciudadanos en economía pues ello les permitiría advertir los enormes riesgos que están asumiendo.
La
moneda venezolana, el bolívar, perdió un 24,55 % de su valor con respecto al
dólar en la última subasta del mercado oficial de divisas (Dicom), un dato que
informó este domingo el Banco Central en medio de la grave crisis de
gobernabilidad que atraviesa el país.
La
puja del pasado viernes 18 de enero del 2019 arrojó como resultado que cada dólar se cambie en los
canales regulares por 2.084,39 bolívares, un considerable salto desde los
1.572,55 de la subasta del miércoles.
Así,
el salario mínimo mensual de 18.000 bolívares se traduce en solo 8,64 dólares,
que condenan a la extrema pobreza -según Naciones Unidas, que fijó en 1,20
dólares diarios el umbral de la miseria- a los cuatro millones de trabajadores
que lo perciben.
La
tasa de cambio es aún mayor en el mercado paralelo, ilegal atendiendo al férreo
control que existe en la nación sudamericana desde 2003 y que reserva al Estado
el manejo y adjudicación de la divisa estadounidense.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro,
decretó a inicios de mes un aumento salarial de 300 % y tomó otras medidas de
“corrección” al programa económico que lanzó en agosto pasado, y que han
criticado opositores y expertos por considerarlo combustible para la
hiperinflación que padece el país.Esto no son opiniones. No es más que la aplicación precisa de principios básicos de la economía, combinada con el derecho internacional. Dichas consecuencias son inevitables, y una vez más echamos de menos la formación de los ciudadanos en economía pues ello les permitiría advertir los enormes riesgos que están asumiendo.
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