En mi artículo anterior “El Mundo Kosher” escribí el nombre de D-os y
muchos neófitos seguramente habrán comentado que estaba mal escrito, pero no es
así, por eso me aventuro a escribir este artículo para explicar por qué los
judíos lo escriben de esa forma.
El
verdadero Monoteísmo no se trata sólo de imaginar que en algún lugar del cielo
hay una sola entidad divina. Eso es un extraterrestre, no D-os. Se trata,
simplemente, de NO IMAGINAR.
Es
bien sabido que el Judaísmo no pronuncia el Nombre Sagrado o Tetragramatón que
aparece en la Torá y en todo el Tanaj. El tetragrammaton (del griego
Τετραγράμματον, que significa "[consiste] cuatro letras"), YHWH en
hebreo y YHWH en alfabeto latino, es la de cuatro Letras del nombre bíblico del
dios de israel. Los libros de la Torá y el resto de la Biblia hebrea (con la
excepción de Ester y Song of Songs) contienen este nombre hebreo. Observador
religioso, Los judíos y aquellos que siguen las tradiciones judías talmúdicas
no pronuncian יהוה, ni leen en voz alta formas transliteradas como Yahweh; en
lugar de eso, la palabra se sustituye por un término diferente, ya sea usado
para dirigirse o para referirse al Dios de Israel. Las sustituciones comunes de
las formas hebreas son hakadosh baruch hu ("El Santo, Bendito sea
Él"), Adonai ("El Señor"), o HaShem ("El Nombre"). Cuando
aparecen las cuatro letras Sagradas (Yud-Hei-Vav-Hei), se pronuncia “Adonai” o
“Hashem”. Y como extensión de esa práctica, las palabras “Dios” o “Adonai” se
escriben incompletas. Por ejemplo: “D-os”, “Di-s” o “D-s”, “Ad-nai”, o
“Adon-i”.
Existe toda una explicación religiosa sobre el porqué de esta costumbre, pero no me voy a detener en ella. Voy a hacer un enfoque histórico, concretamente sobre la evolución de las ideas que la tradición del antiguo Israel y del posterior Judaísmo han tenido sobre D-os.
Lo
primero que hay que entender es que no es un asunto romántico que se limite a
“D-os se reveló a Israel y desde entonces todos los israelitas-judíos somos
monoteístas y creemos lo mismo”.
Falso.
Las sociedades evolucionan y sus ideas también. La revelación bíblica -uso un
término netamente religioso en este punto- se da en una época en la que la
práctica religiosa más normal era el sacrificio de animales, se aceptaba como
algo correcto el esclavismo y la poligamia, y la mujer era propiedad del varón.
Es
obvio que una sociedad actual no puede entender ABSOLUTAMENTE NADA del mismo
modo que se entendían las cosas en ese entonces, hace unos 3300 años.
La
evidencia arqueológica demuestra que el perfil monoteísta del Judaísmo fue
resultado de un proceso, no una ocurrencia que surgiese de la noche a la
mañana.
Una
influencia muy importante debió ser el intento de reforma religiosa de
Akhenatón, que trató de imponer en Egipto un sistema HENOTEÍSTA en Egipto. En
ese momento, la regla era el POLITEÍSMO, o adoración de muchos dioses. El
henoteísmo admitía la existencia de esos muchos dioses, pero sostiene que sólo
se debe rendir adoración a uno.
En
el texto bíblico se percibe cómo la sociedad israelita antigua evolucionó desde
una idea henoteísta hasta una definitivamente monoteísta.
Por
ejemplo, hay Salmos que todavía reflejan una aceptación de la existencia de
entidades divinas:
“El
D-os de dioses, Hashem, ha hablado y convocado a la tierra…” (Salmo 50:1)
“D-os
está en la reunión de los dioses; en medio de los dioses juzga” (Salmo 82:1)
“Porque
Hashem es D-os grande, y rey grande sobre todos los dioses” (Salmo 95:3)
En
el otro extremo, encontramos claras expresiones donde esa idea ya está
descartada:
“¿Hará
acaso el hombre dioses para sí? Mas ellos no son dioses” (Jeremías 16:20)
El
Tanaj está lleno de reprensiones contra el antiguo Israel, en las que se señala
que la adoración a “dioses ajenos” fue un hábito arraigado en muchos sectores
de la población:
“Porque
según el número de tus ciudades fueron tus dioses, oh Judá; y según el número
de tus calles, Jerusalén, pusiste los altares de ignominia, altares para
ofrecer incienso a Baal” (Jeremías 11:13).
Pero,
al final, el proyecto monoteísta se impuso. Básicamente, después del exilio en
Babilonia (años 587 a 539 AEC) el pueblo judío se reconstruyó como una nación
eminentemente monoteísta. Fue la época en la que se reorganizó el texto bíblico
y recibió la forma que conocemos hasta la fecha.
La
idea de un solo D-os ya estaba bien definida y aceptada, pero todavía subsistía
una costumbre perfectamente lógica y entendible para esas épocas: imaginar a
D-os de un modo muy similar al humano.
Tiene
sentido: la Torá dice que el ser humano es la Imagen y Semejanza de D-os. Por
lo tanto, en la narrativa bíblica D-os es presentado como alguien que habla,
siente y actúa como humano. Incluso, se le llega a mencionar en modos que
insinúan un aspecto muy similar al de un humano (por ejemplo, cuando el Génesis
dice que D-os “paseaba en el Jardín del Edén”, o cuando en Éxodo se dice que se
le permite a Moisés mirar a D-os, pero no su Rostro, sino sólo su “espalda”).
Sin
embargo, la evolución del concepto ya estaba iniciada y no se iba a detener,
gracias a un mandamiento revolucionario en todo su contenido y todas sus
implicaciones: NO TE HARAS IMAGEN de D-os, una idea que en realidad no se
limita a “no te hagas esculturas”, sino que también implica “no te lo
imagines”.
Durante
la etapa del Segundo Templo, cada secta del Judaísmo continuó desarrollando
esta idea de un modo u otro. Después de la destrucción del Segundo Templo en el
año 70, la idea que se impuso fue la del Fariseísmo, base y parámetro para los
conceptos del Judaísmo Rabínico.
En
esta etapa se llegó al clímax de la comprensión de lo que es “no hacer
imágenes” de D-os. Una comprensión completamente abstracta.
Aunque
hay una explicación religiosa -teológica- de por qué no se pronuncia el Nombre
Sagrado, desde la perspectiva histórica sólo hay que señalar que semejante
prohibición simplemente fue la consecuencia natural de eliminar las imágenes de
D-os, porque EL NOMBRE ES LA ÚLTIMA IMAGEN que podemos tener de una persona.
Al
nombrar a alguien, lo limitamos (por ejemplo: soy Pedro Ch; eso significa que no
soy José o Rafael, sino sólo Pedro Ch). Pero también lo identificamos como
alguien similar a nosotros: soy Pedro, semejante a José y a Rafael, y por
medio de nuestros nombres nos distinguimos y sentamos la base para poder
conocernos.
Entonces,
el nombre es la imagen final que podemos hacer de nosotros mismos y de nuestros
semejantes. Si la ordenanza era no tener imágenes de D-os, la consecuencia
lógica era que -tarde o temprano- se dejara de pronunciar su Nombre.
Sólo
de ese modo queda garantizado el Monoteísmo puro.
Esa
comprensión quedó perfectamente plasmada en el poema Adón Olam -acaso el más
cantado en la religión judía-, del poeta y sabio Shlomo ibn Gabirol: “Cuando
todo termine, Él sólo reinará; Él fue, es y será en gloria; Él es Uno y no hay
otro que se le pueda comparar ni reunir; no tiene principio ni fin, y de Él es
el dominio y el poder”.
De
ese modo, la comprensión de la otra ordenanza relacionada con el Nombre de D-os
se amplió: “no tomarás el Nombre del Señor tu D-os en vano” no sólo se limita a
prohibir el uso blasfemo del Nombre, sino que proscribe el uso del Nombre como
un conjuro, amuleto o sortilegio.
Y,
naturalmente, también la comprensión del ser humano como Imagen y Semejanza de
D-os se amplió: no se trata de que D-os tenga atributos corporales como
nosotros (brazos, pies, etc.), o incluso atributos morales. Se trata de que la
única imagen posible de D-os somos TODOS los seres humanos. Los que han
existido, los que existimos y los que existirán. Sólo si podemos visualizar a
todos (obviamente, algo imposible) es posible visualizar a D-os (se deduce: es
imposible). Sólo si podemos nombrar a todos (otra vez, lo imposible), podemos
Nombrar a D-os (imposible).
De
eso se trata el verdadero monoteísmo: no de imaginar que en algún lugar del
cielo hay una sola entidad divina. Eso es un extraterrestre, no D-os. Se trata,
simplemente, de NO IMAGINAR.
Porque
cuando uno deja de imaginar a D-os, entonces lo empieza a descubrir en cada
detalle que lo rodea, y -lo más importante- dentro de uno mismo.
Mientras
uno conserve la obsesión por “su Nombre”, irremediablemente uno seguirá viendo
a D-os como algo ajeno y externo.
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