Esta
es una frase muy venezolana que se dice cuando llega el frío a Caracas u otras
ciudades de Venezuela. ¿Pero de dónde viene esa famosa frase?
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Aquiles Nazoa "El Ruiseñor del Catuche" |
Historia
de Pacheco
Ésta
es una de las tantas frases típicas de Caracas ¡Y Llegó Pacheco! desde el siglo
XIX, esta expresión popular se utiliza en el Valle de Caracas para anunciar la
llegada del frío decembrino.
Generalmente
a finales de noviembre y principio de diciembre era cuando más se usaba, aunque
realmente es a finales de enero y la primera semana de febrero cuando más hace
frío en nuestra ciudad, por lo menos desde mediados del siglo XX.
Para
dilucidar quién era ese personaje que había logrado relacionar su nombre con la
entrada del frío decembrino, Leoncio Martínez, en su semanario humorístico
Fantoches, se le ocurrió hacer una encuesta con el propósito de encontrar el
origen de ese nombre.
El
origen del nombre "Pacheco" viene dado por el floricultor galipanero
Antonio Pacheco, que vivía en el Ávila en la época de la Caracas de los techos
rojos. A partir del mes de noviembre, el señor Pacheco bajaba del Ávila huyendo
del fuerte frío y su destino era la ciudad de Caracas.
Pacheco
llegaba a Caracas por el Camino de los Españoles y entraba por la Puerta de
Caracas en La Pastora, aquí vendía sus flores frente a la famosa Iglesia de esa
zona y descansaba del viaje. Después de haber descansado, seguía su camino
hacia el Mercado de las Flores de San José, en donde junto a otros galipaneros
terminaba de vender sus flores.
Este
recorrido lo realizaba tres veces a la semana, subía y bajaba con sus burros y
sus flores entre el mes de noviembre hasta final de enero, y regresaba
nuevamente en noviembre, es decir, que era una rutina anual…
Por
eso, los caraqueños asociaban el frío al ver a Pacheco llegar a la ciudad y
exclamaban; Allí viene Pacheco, Bajó Pacheco o Llegó Pacheco.
En
la actualidad se dicen frases como; Ya se siente el Pacheco, Hace Pacheco,
Llegó Pacheco o Este año está fuerte el Pacheco, para referirse a la llegada
del frío y la navidad.
Leoncio
Martínez seleccionó el relato que para él tenía más validez y credibilidad. Se
comentaba de un veterano floricultor de Galipán llamado Antonio Pacheco, quien
vivía en el cerro Ávila (hoy Waraira Repano), el escudo montañoso que separa el
clima caraqueño con el que tiene la costa.
En
la época de Caracas “de los techos rojos”, todos los diciembres, el señor
Pacheco llegaba a la plaza de la Pastora de Caracas, con un arreo de burros
cargados de hermosísimas flores, para embellecer la ciudad, acompañado siempre
de una copla que lo anunciaba en el camino, y así alegrar el espíritu festivo
del caraqueño.
Los
caraqueños al ver a este hombre exclamaban «Allí viene Pacheco», «Bajó Pacheco»
o «Llegó Pacheco», de esta forma sabían que las temperaturas estaban bajando en
la montaña y que también bajarían a los pocos días en Caracas. La llegada del
Pacheco era sinónimo de que se acercaba la Navidad.
Pacheco,
representaba en ese entonces a la naturaleza, que forzaba con sus espontáneas
floraciones a abandonar su refugio, para volcar en la ciudad aquel amoroso y
colorido mensaje de flores galipaneras; fue y sigue siendo el representante de
una tradición que aún perdura en nuestra ciudad.
Aquiles
Nazoa encontró en la tradición de Pacheco y su bajada del Ávila una fuente para
muchos de sus trabajos literarios, de los cuales el más divulgado es: “Qué hubo
Pacheco”. Cuando en Caracas hace frío una gran mayoría decimos: “Hace Pacheco”
o “llegó Pacheco”, según la época.
Aquí
les regalo el poema de El Ruiseñor de Catuche, Aquiles Nazoa Titulado “¿Qué hubo
Pacheco?” Publicado en el año 1950 por la editorial Ávila Gráfica,
S.A.
¿QUÉ HUBO PACHECO?
Después de muchos
meses esperando
que con tu soplo
gélido
a refrescar
vinieras la canícula
que este año
enflaqueció a los caraqueños,
he aquí que ya
estamos en noviembre,
un mes que era muy
frío en otros tiempos,
y el calor continúa
ocasionando pérdidas de peso,
porque a ti no te
da tu perra gana de regresar,
oh pícaro Pacheco.
¿A qué debe
atribuirse tu retardo,
tú que eras tan
puntual y tan correcto?
¿Si antaño, cada
vez que las campanas
doblaban por el Día
de los Muertos,
ya tú estabas
haciendo tus valijas,
limpiando tu
bufanda y tu chaleco
para después bajar,
lleno de flores,
con tu sonrisa de
ancianito fresco
y tu pincel teñido
de manzana
que en los rostros
ponía un rosa tierno?
Todo el mundo
exclamaba en ese entonces
con júbilo
infantil: - ¡Llegó Pacheco!,
mientras tú por el Ávila
llegabas
con tu bufanda
vegetal al cuello,
y una flota pascual
de golondrinas
volando de tu
lírico sombrero!